jueves, 27 de febrero de 2014

Luciano Acosta, la esperanza 'xeneize'

La irregularidad de gran parte de los equipos y, sobre todo, la igualdad, hacen del argentino un campeonato enormemente atractivo. También ayuda el mal momento de los grandes, uno de ellos, Independiente, incluso en segunda. Los dos colosos del país, Boca y River, River y Boca, hace tiempo que no asustan, ni siquiera imponen su autoridad, y parecen haberse instalado en una vulgaridad que no es más que un reflejo de la situación de la Argentina futbolística. Los ‘xeneizes’ depositaron toda su fe en que Carlos Bianchi rememorara viejas tardes de gloria, pero hasta ahora, el ‘virrey’ sigue sin dar con la tecla de un equipo que se muestra excesivamente plano a la hora de crear, más aún con la baja, como ha sucedido en las últimas semanas, de él que sigue siendo el máximo exponente en esta faceta, Juan Román Riquelme. Ante los males, los clubes argentinos suelen buscar la respuesta en las inferiores, y en esta ocasión no ha sido una excepción. La última aparición en la bombonera ha sido la de Luciano Acosta, 19 años, (1 de Mayo de 1994, Buenos Aires, Argentina).

Luciano Acosta ha pasado por prácticamente todas las categorías menores de Boca Juniors, después de tener una breve estancia en el modesto Club Comunicaciones de Buenos Aires. Su primer contacto con el plantel profesional fue en la pasada pretemporada, en la que sus buenas actuaciones en los encuentros del verano argentino le hicieron ser tenido en cuenta por Bianchi para formar parte del primer equipo. Tras esto, el debut llegó pronto, en la fecha 1 de este recién comenzado Torneo Final, en la cancha de Newell’s. Una semana más tarde volvió a tener minutos, también entrando desde el banco, y consiguiendo revolucionar el ataque ‘bostero’, con gol incluido en la derrota de Boca ante Belgrano (2-3). Esto ha propiciado que en las dos últimas jornadas haya partido desde el inicio, frente a Atlético Rafaela y en el choque ante Estudiantes.

Luciano Acosta, o "el enano", como ya le llaman en el vestuario de Boca, es el típico atacante pequeñito -apenas 1,60 de estatura-, que puede desempeñarse en cualquier posición del ataque y cuyas cualidades le permiten generar situaciones para cambiar el signo de un partido. Le hemos visto formar parte de un doble 9, como jugador más adelantado, e incluso también es posible que parta desde una banda. Sin embargo, es en la zona de la mediapunta, por detrás de un delantero referencial al que tratará de proporcionar el último pase, y con una mayor libertad de movimientos, donde se siente más cómodo. Destaca su descaro y personalidad, impropia de su juventud, que le llevan a pedir la pelota en todo momento, tratar de intervenir en el juego continuamente, independientemente de lo difícil de la situación. Necesita estar en contacto con la pelota, por eso es habitual verle retrasar su posición para participar en la jugada, asociarse, y caer permanentemente a los costados. Incisivo e impetuoso, con esfuerzo trata de contrarrestar su déficit físico, que le perjudica en el cuerpo a cuerpo con los defensores. Diestro, rápido, de buena conducción en carrera y notable técnica, tiene buen quiebro y no duda en buscar el uno contra uno, lo que a veces le lleva a precipitarse. Ha demostrado tener un violento golpeo de balón, que pone en práctica en cuanto tiene ocasión.

Aún debe mejorar en la toma de decisiones y ganar en experiencia, algo normal teniendo en cuenta que está disputando sus primeros partidos en la élite del fútbol argentino. Sin embargo, su talento unido a su osadía, dejan entrever que podemos estar ante un futbolista de altos vuelos. De seguir así, pronto surgirán los primeros cantos de sirena que lo sitúen en campeonatos mayores, pero mientras tanto, la frescura y el atrevimiento de Luciano Acosta se han convertido en una de las grandes esperanzas ‘xeneize’ para este curso.

martes, 18 de febrero de 2014

Jean-Philippe Gbamin

Si buscamos competitividad y regularidad más allá de las ligas de mayor relumbrón, la Ligue 2 es uno de los campeonatos que debemos anotar en nuestra agenda. Apenas 5 puntos separan al octavo clasificado del tercero, el último que tiene derecho a ascender a la máxima categoría del fútbol francés. Justo a las puertas de la gloria, aunque si la temporada terminara hoy se quedaría sin ella, se encuentra el Lens. Su historia, un técnico de renombre como Antoine Kombouaré en el banquillo, varios viejos conocidos como Yahia o Ljuboja, que andan con la maleta repleta de experiencias, la aparición de un goleador que hasta la fecha no era tal, como el argentino Pablo Chavarría, y una de las canteras más prolíficas del país, son los argumentos de “Les Sang et Or”. En este último apartado, nos detuvimos hace algunos meses para destacar a Wylan Cyprien. Hoy lo hacemos para hablar sobre uno de sus compañeros, tanto en las inferiores del Lens en años anteriores, como en el primer equipo en la actualidad. El protagonista en cuestión no es otro que Jean-Philippe Gbamin, 18 años, (25 de Septiembre de 1995, San Pedro, Costa de Marfil).

Costamarfileño de nacimiento, pero con pasaporte francés, Gbamin comenzó a jugar al fútbol en Estado Unidos, para luego trasladarse a Francia, primero para formar parte del Saint-Quentin Blessy, y más tarde para pasar a las filas del Aire-sur-la-Lys. En 2007 y con 12 años, ingresó en los equipos menores del Lens, club en el que se ha formado hasta llegar al equipo profesional. Su debut se produjo al final de la temporada pasada, en uno de los últimos encuentros del campeonato, que enfrentaba al conjunto norteño ante el Guinguamp. Para el curso actual, Gbamin ha sido uno de los hombres importantes en los esquemas de Kombouaré desde el primer momento, tanto en liga como en copa, habiendo participado 20 de los 24 partidos que van disputados en la Ligue 2, la mayoría de ellos completando los 90 minutos. Gbamin ha decidido defender a la selección ‘blue’ en categorías inferiores, con la que ha sido internacional sub-18 y sub-19, con esta última proclamándose subcampeón de Europa el pasado mes de Agosto.

Si buscamos en el diccionario la palabra comodín, no nos vamos a encontrar una foto de Jean-Philippe Gbamin, pero sí nos toparemos con una definición que se ajusta a sus condiciones como jugador. Para Kombouaré, Gbamin es el multiusos ideal. Aúna condiciones físicas notables: fuerte, fibroso y de buena envergadura -1,83 metros-, esto le permite ir con solvencia al cuerpo a cuerpo, ganar con frecuencia el espacio e incluso le lleva a incorporarse en jugadas ofensivas a balón parado.  Su posición original es la de lateral derecho. Aquí se muestra disciplinado en fase defensiva e intenta incorporarse al ataque en cuanto tiene ocasión, realizando un gran despliegue por todo el carril. Más potente que rápido, esto propicia que pueda sufrir en el uno contra uno frente a extremos que tienen en la velocidad y la habilidad sus mayores virtudes.

Hasta aquí todo normal. Pero además de esto, Gbamin desarrolla una serie de registros que le hacen ser un jugador muy a tener en cuenta. Su corpulencia, madurez y empaque, le han hecho desenvolverse con soltura en la posición de central. Y hay más. Le hemos podido ver como mediocentro posicional, asociándose con criterio, empleando pocos toques y mostrándose seguro en el pase en corto. Su amplio recorrido le ayudan a abarcar bastante terreno y llegar a cubrir huecos en el retroceso tras pérdida de manera muy eficiente, realizando también ayudas muy útiles al lateral. Incluso como interior ha actuado, donde crece su participación con balón, que es muy aseada para ser un defensor.

Gbamin quizás no sea un jugador de esos que puedan ganar partidos, pero sí de los que ayudan a no perderlos, y hasta ahora, su carta de presentación en la élite no está pudiendo ser más interesante. Tanto, que parece claro que, ascienda o no su equipo, él si jugará en la máxima categoría la próxima temporada. Antes, eso sí, habrá que negociar con el Lens, que el verano pasado y antes los primeros cantos de sirena que le situaban en equipos de mayor potencial económico, le puso por delante su primer contrato profesional, con duración hasta el 30 de Junio de 2016. Mientras tanto, el joven Gbamin seguirá luchando por devolver al Lens al lugar que por historia y masa social le corresponde.